Por una política agrícola renovada e inclusiva
21 October 2021Era 2008. Era directora en Roma. Había estudiado ciencias políticas, pero tras darme cuenta de que la política no era para mí, decidí dedicarme a lo que me gustaba: cocinar para la gente.
Entonces me llamaron mis padres y tomé una decisión que cambiaría todo. Me mudé a la Toscana para encargarme de la explotación agrícola de mi familia.
En nuestras tierras, cultivamos 16 hectáreas de viñedos en el Chianti Classico DOCG[1]. Mi padre había heredado las tierras de su abuelo en los 60. Durante años, en la explotación se produjo y vendió zumo de uvas a granel. Mi padre se convirtió en un aclamado neurólogo, así que lo más fácil y lógico fue subcontratar la explotación de las tierras. Pero los resultados no eran satisfactorios. Mis padres querían invertir en calidad, no en cantidad. Así, que poco a poco empezamos a replantar los viñedos en nuestras tierras con el doble de plantas por hectárea, pero la cosecha era de solo un tercio del rendimiento de cada planta. Nos ayudaron a formar la maravillosa bodega de cuya gestión me iba a encargar. Como joven sin conocimientos de enología, agronomía ni empresariales, tres habilidades que probablemente te interesen si vas a emprender en el sector agrícola, tuve que averiguar cómo conseguir un impacto positivo en la explotación, precisamente cuando se vivía un momento histórico difícil para el mundo del vino.
Cambié muchas cosas, pero nunca las ganas. Continúe con la replantación de las tierras con ayuda de la UE. Empecé a volver a propagar nuestra propia selección de clones gracias a un agrónomo y trabajé para crear viñedos exclusivos a partir de variedades antiguas. Expandí nuestras exportaciones a los Estados Unidos, Oriente y Europa. También mantuve algunas cosas, como usar los varales de castaño tradicionales en lugar de los de aluminio en nuestros campos recién plantados.
Quería conservar las tradiciones e introducir técnicas nuevas.
El negocio familiar era floreciente, pero estaba sola. Nuestra tierra es bonita, pero en invierno, oscurece pronto y no hay mucha gente por los alrededores. Así que empecé a organizar reuniones con otros jóvenes agricultores de mi zona. Con vino y comida, compartimos nuestras historias. Organizamos un grupo de productores toscanos artesanales para participar juntos en un programa de la UE que promociona la exportación de los productos de calidad. Organizamos clases sobre etiquetado y marketing.
Mi gestión llegó a junio de 2021, cuando me convertí en presidenta del Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) en Bruselas. Y cuando me involucré con los grupos de trabajo de la UE y la política agraria de Italia, tuve dos revelaciones.
La primera es que no podemos lograr mejoras eficaces para ayudar la agricultura sin la opinión de los propios agricultores. Para ser honestos, la visión desde Bruselas es bastante distinta de la que ofrecen nuestros campos. Por ejemplo, los varales de aluminio son más baratos y duraderos que los de castaño. Entonces, ¿por qué uso varales de castaño? La respuesta llega con la experiencia. El castaño es una madera bonita que se ha estado usando durante generaciones. Los turistas llegan a la Toscana atraídos por su belleza. Para que los agricultores europeos prosperen, debemos invertir en la conservación de su legado cultural, no solo en su viabilidad económica. En el plano político, es complejo conseguir este equilibrio entre forma y función de la agricultura. Es una cuestión específica de cada caso. Varía según la región, la escala geográfica y por temporada.
Necesitamos las experiencias ricas y diversas de los agricultores para elaborar políticas que funcionen.
La segunda realidad que se me reveló es que la política agraria debe crear las condiciones para la renovación generacional de las explotaciones agrícolas. Es decir, no les facilitamos a los agricultores jóvenes el acceso al capital necesario para sus equipos y tierras. Esto solo pone las cosas aún más fáciles a los que ya tienen el capital. Por lo tanto, estamos expuestos al riesgo del monopolio en la agricultura. Y para los jóvenes agricultores que sí tienen acceso a la tierra, necesitamos planes de préstamos y crédito que sean más accesibles y ofrezcan más resultados. Por ejemplo, las políticas deberían cubrir una fracción de las mejoras de las explotaciones en lugar de solo una pequeña suma del total, de modo que el nivel de ayudas se corresponda con el nivel de necesidades reales.
La población agrícola de Europa está envejeciendo; prácticamente el 90 % de los agricultores tienen más de 40 años. Necesitamos que los jóvenes agricultores participen en los temas de discusión. Y estas políticas deben precisarse para abarcar las necesidades emergentes de esta nueva generación de productores. Porque la elección entre aluminio y castaño depende de lo que se necesite en el futuro.
Este blog se publicó en colaboración con la Wageningen University & Research, el programa de investigación CGIAR sobre el Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible.
El programa Transición Rural Justa se compromete con dar voz a la diversidad de productores a través de su serie de artículos de Opinión. Las perspectivas y opiniones expresadas en esta serie pertenecen a sus autores, y su publicación no supone el refrendo del programa Transición Rural Justa sobre las posturas expresadas.
[1] Denominación de origen controlada y garantizada. Una estricta categoría de calidad para los vinos italianos.